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¿Brecha digital?: Algunas consideraciones en torno a una categoría en construcción

 “(…) las apelaciones de “Sociedad de la Información” y “Sociedad del Conocimiento” que tienden cada vez más a formar parte de un cierto sentido común, están lejos de ser inocentes”.

Armand Mattelart (2003). “La Sociedad de la Información: el enfrentamiento entre proyectos de sociedad”

Los orígenes del término “brecha digital”, una traducción del original en inglés “digital divide”, se remontan a los años noventa del pasado siglo, en Estados Unidos. El propósito central de estas líneas es, en consonancia con las palabras de Mattelart que fungen de exergo, despojar a esta categoría de cualquier halo de inocencia y sentido común. Para ello se esbozarán algunos de los principales factores que explican la naturaleza de este concepto, así como también se hará mención a algunas de las revisiones críticas de esta categoría.

Las distintas nociones en torno a la categoría “brecha digital” y sus posteriores desarrollos conceptuales, no pueden entenderse desligados de otra categoría central en materia de sociedad informacional: “Sociedad de la Información”. Sobre ella decía Mattelart, que la misma adquiría sentido únicamente a través de una configuración geopolítica. En este sentido arrojan luz sobre esta cuestión, las referencias por parte de algunos autores al Proyecto de Sociedad de la Información y a su agenda.

El empleo de este tercer término (“proyecto”), evoca necesariamente la presencia de actores con objetivos e intereses definidos en función de la materialización del mismo, desnaturalizándose así el proceso de cambios sociales asociados a la denominada revolución informacional. Al respecto Martín Becerra ha planteado que la Sociedad de la Información, en tanto producción histórica, remite a transformaciones socioeconómicas fundamentales en la estructuración de los países centrales.

La categoría “brecha digital” emerge desde sus inicios como descriptor de una consecuencia aparentemente “no deseada” de la Sociedad de la Información: las desigualdades en el ámbito tecnológico entre los países periféricos y los centrales, así como al interior de los mismos. En este mismo orden de pensamiento, la brecha digital se piensa como un obstáculo al proyecto de la Sociedad de la Información. Interpretaciones críticas por parte de la academia con relación a este asunto apuntan, sin embargo, a su funcionalidad a dicho proyecto. En palabras de Martín Becerra,

 “(…) la creciente segmentación social en el acceso a los bienes y servicios ofrecidos en el marco de la Sociedad de la Información, además de ser funcional a la lógica socioeconómica dominante (…) invita a reflexionar acerca de si la segmentación es una suerte de enfermedad juvenil de la Sociedad de la Información o constituye uno de sus rasgos cardinales e inalienables”.

Resulta interesante y pertinente aquí el análisis de Eli Noam, quien considera que la brecha digital constituye una de las brechas económicas más importantes de la historia. En su perspectiva, identifica tres dimensiones de la categoría en cuestión. Las dos primeras relativas al acceso a las comunicaciones y a internet, respectivamente. La última, referida al comercio electrónico, la entiende como aquella que no conviene realmente ser cerrada por parte de los países “desarrollados”. En su visión, la reducción de las dos primeras conviene a la consolidación de la última, toda vez que crean las condiciones para que los países “ricos” vendan a los países “pobres”.

La concepción dicotómica de la categoría aquí abordada, sello con el que además nace, ha sido una de las principales críticas conceptuales que esta ha recibido, y ha sido también una importante motivación para sus distintas reformulaciones. En un estudio publicado por CLACSO, Sheila Amado y Romina Gala identifican el origen del término brecha digital en un informe de la National Telecommunications and Information Administration (NTIA) de Estados Unidos, a fines de la década del noventa del pasado siglo, “Falling through the Net: Defining the Digital Divide”. Allí la brecha se refiere entre los que tienen acceso a las nuevas tecnologías y los que no.

La visión de la brecha digital en términos meramente de acceso o no a las TICs ha sido superada por otras interpretaciones que buscan explicar la complejidad de este fenómeno. En función de ello se han tomado en cuenta otras dimensiones consideradas relevantes, entre las que cabe destacar los distintos usos sociales que se hacen de las TICs, siendo este un aspecto en el que convergen un grupo importante de autores. Los cuestionamientos a la categoría brecha digital ha llevado a algunos estudiosos del tema a proponer categorías alternativas. Entre ellas la de “inclusión digital” ha venido ocupando un lugar importante en la producción científica alrededor de esta temática.

Retomo a Mattelart como cierre para estas líneas, cuando al referirse a las iniciativas globales desde los países centrales para contrarrestar la “brecha digital”, llama la atención sobre cómo se tiende a relegar a un segundo plano el análisis de los factores que explican en última instancia la creciente “marginación informacional” de la mayor parte del orbe. Ante ello expresa: “los discursos de acompañamiento sobre la cercanía de la salvación por virtud de las tecnologías digitales, suenan a indecentes”.

 

Fuentes:

Amado, Sheila y Romina Gala (2019). “Brecha digital, inclusión y apropiación de tecnologías. Un breve recorrido por sus diferentes conceptualizaciones” en Silvia Lago Martínez (coordinadora): Políticas públicas e inclusión digital: Un recorrido por los núcleos de acceso al conocimiento.

Andonegui, Fernando y Flavia Samaniego (2019). “Políticas de inclusión digital en la región de Latinoamérica” en Silvia Lago Martínez (coordinadora): Políticas públicas e inclusión digital: Un recorrido por los núcleos de acceso al conocimiento.

Becerra, Martín. “La Sociedad de la Información”. En: Comunicación, Tecnología y Sociedad. Selección de Lecturas. Parte I.

Mattelart, Armand. “La Sociedad de la Información: el enfrentamiento entre proyectos de sociedad”. En: Comunicación, Tecnología y Sociedad. Selección de Lecturas. Parte I.